La emisora llevó adelante un espectáculo en el estadio Luna Park de Buenos Aires, con una amplia participación de jóvenes.
por Marcelo Stiletano en La Nación
Con un par de extensos conciertos en vivo, Radio Disney encontró este último fin de semana en un Luna Park colmado de preadolescentes y teens el modo de actualizar aquellos shows itinerantes que emisoras y sellos discográficos organizaban en otros tiempos para profundizar la fidelidad del público, la identidad de ciertas marcas y estilos, y el funcionamiento de un modelo integral de negocios. En este caso, con Buenos Aires como segunda etapa de una gira que se inició en Santiago (Chile) y concluyó ayer en Asunción.
El método, adaptado a estos tiempos mediante la aplicación de probadas técnicas de marketing, confirmó una vez más la eficacia de la maquinaria Disney. Lo más complicado era mantener viva y despierta todo el tiempo la atención de un público naturalmente propenso a la dispersión. Las largas pausas impuestas por el cambio de instrumentos y equipos en el escenario entre una presentación y otra fueron cubiertas creativamente por una sucesión de cuidados "separadores". Hubo sorteos y saludos de otros artistas identificados con la emisora, grabados con anterioridad y emitidos por pantalla gigante.
El espectáculo entero funcionó en los hechos como una transmisión radiofónica a gran escala a cargo de dos conductores-locutores instalados en un pequeño estudio junto al escenario. Ellos se encargaban de animar a los asistentes (en su mayoría chicas de 8 a 14 años) para que llamen la atención de quienes se desplazaban por todo el Luna Park con banderas identificatorias y el propósito de elegir al azar, en cualquier punto de las tribunas, a los afortunados, que, merced a esa acción, ganarían premios (varias guitarras y hasta una puerta autografiadas) o conocerían de cerca a los artistas.
El espectáculo entero funcionó en los hechos como una transmisión radiofónica a gran escala a cargo de dos conductores-locutores instalados en un pequeño estudio junto al escenario.
En escena, el programa propuesto reflejó el amplio rango de gustos musicales que hoy se ofrece a preadolescentes y teens desde múltiples plataformas. Abrieron el show los mexicanos Jesse & Joy, con su pop alternativo con ocasionales ingredientes provenientes del folk, el rock y la música de su tierra. La carismática pareja se encontró (como el resto) con los eternos obstáculos que en cuestiones de acústica entrega el Luna Park, pero salió airosa, sobre todo, en los momentos más acústicos.
Luego llegaron Martina Stoessel y el elenco de Violetta, más favorecidos desde el sonido gracias a la ayuda del playback. Buena parte de los asistentes llegó hasta allí exclusivamente para ver en vivo al plantel del exitoso show televisivo de Disney Channel y se quedó con ganas de más.
Lo contrario ocurrió con Chino & Nacho. Los venezolanos debutaron en el país con un poderoso y estridente despliegue rítmico, acentuado en el merengue, que resultó para algunos demasiado extenso. Igualmente se las ingeniaron para meterse al público en el bolsillo luego de interpretar su hit "Niña bonita" en ritmo de bachata. Anteanoche ocuparon su lugar los chicos de Rock Bones.
Para cuando Miranda! cerró de manera impecable más de tres horas de velada con una seguidilla de sus hits, ya se notaba en parte del auditorio el cansancio de una larga jornada. Para muchos, había empezado muy temprano en la escuela. El premio fue escuchar en vivo a sus ídolos de la radio, como en otros tiempos..
