De cómo la radio tuvo que ver en el trágico final del Titanic

Una publicación técnica de la época refleja la tecnología
de comunicación del Titanic
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Durante los primeros años de aplicación de los equipos de radio, que se manejaban por señales telegráficas, las normativas internacionales sobre su uso general que indicara la frecuencia de operación, las potencias permitidas y muchos otros aspectos cruciales para alcanzar un orden y una operación segura, directamente no existían. Las dos grandes empresas que se disputaban el “mercado” de la radio intentaban ponerse de acuerdo en ciertos aspectos elementales, pero esto no siempre era respetado y mucho menos aún, sin el control por parte de un ente regulador o autoridad de aplicación, de normas que directamente, no existía en aquella época. Los grandes rivales de la incipiente tecnología eran la Marconi Wireless Telegraph Co. Ltd., que era la compañía dominante en las actividades radiales marítimas y la alemana Telefunken. En función de estos “dominios”, los indicativos de radio utilizados en la época, se regían según el fabricante y no por un orden establecido en forma internacional. De este modo, en enero de 1912 Marconi asigna al buque Titanic el indicativo “MUC” (algunos dicen MCU) que luego fuera cambiado por el “MGY” ya que el anterior, correspondía a un navío que se encontraba operativo en Yale, Estados Unidos. 
La asignación de indicativos o “señales de llamada”, finalmente fueron normalizados en la Conferencia de Radio de Londres de 1912 (posterior a la tragedia del Titanic), con prefijos que se asignaban a nivel internacional. Reino Unido, sus estaciones costeras y sus buques a partir de entonces, utilizaron la letra G o M como la primera letra de sus indicativos. Los buques y demás estaciones de Estados Unidos las letras K, N y W, las estaciones alemanas la letra D, la F los franceses y así, la mayoría de los países que comenzaban a incorporar la tecnología de la radio, debían tener su letra inicial indicativa que permitiera (o permitiese) su identificación inmediata y por supuesto, que no coincida con la de otros países con señal de llamada ya adquirida. Pero todo esto ocurrió, como siempre, luego de una tragedia. Antes, la anarquía y la ley del más fuerte dominaban el escenario de las tecnologías de punta. No interpretes que estoy escribiendo estas líneas pensando en la conducta actual de las grandes corporaciones. Escribo de lo que ocurría hace, exactos, 100 años atrás.
Gracias a la popularidad que habían adquirido los trabajos de Guglielmo Marconi con la radio, esta tecnología se incorporó a los buques desde el cambio de siglo, pero su uso estaba muy lejos de ser universal en 1912. Es decir, no todos los buques tenían su “correspondiente y reglamentado” equipo de radio. Más aún, la radio no era un elemento propiedad del buque, destinado a cumplir funciones de logística y/o estrategia para apoyar su operatividad. Los operadores de aquella “telefonía móvil”, en este caso del Titanic, eran empleados de Marconi Company y no eran subordinados del capitán y/o los oficiales del buque. Eran personal autónomo, contratado por la empresa White Star Line, propietaria del buque Titanic, a la Marconi Company. Por lo tanto, los mensajes de radio eran más populares entre los pasajeros o entre los operadores de radio y la compañía de Marconi. Esto significa que fueron considerados como una simple ayuda a la navegación ya que, como mencionamos antes, esta práctica carecía de todo tipo de regulación. La tragedia del Titanic destacó este hecho, ya que se habían recibido varias advertencias de presencia de hielo en la zona, pero éstas, no se informaron al puente de mandos.

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